No se si quiero que te sientas identificada con esta historia...
...pero creo que te va a venir bien. Léela y me cuentas
Laura se encontraba entre la espada y la pared.
Tenía una interinidad y llevaba 4 años en la planta de medicina interna: un servicio que nunca le gustó. Pero, era madre soltera de dos hijos y tenía una hipoteca y facturas que pagar.
Laura lo pasaba fatal en su trabajo, pues se sentía despreciada por muchos pacientes, infravalorada por los médicos, mangoneada por los familiares y apartada por sus compañeras porque, según le decían “Ya no era la de antes”. Sentía que incluso la supervisora, quien debería adoptar una actitud neutral, le ponía secuencias de turnos que poco tenían de “antiestrés”.
En el aspecto personal, se encontraba derrotada, no dormía bien y a veces tenía que robar algún lorxzepam del hospital. Tenía pánico de quedarse muy dormida un saliente de noche por el agotamiento y no ir a buscar a sus hijos al colegio porque, si no iba ella, ¿quién sino? Bastante favor le hacía ya su hermana que cuidaba de sus hijos cuando ella cuando le tocaba hacer noches.
Se sentía fatal porque cuando se iba a trabajar de noche, sus hijos le decían “Mami pero por qué nos dejas en casa de la tía? ¿no te puedes quedar tú a dormir con nosotros?”
Laura pensaba que jamás iba a poder cambiar su situación, y que su única esperanza es que por fin resolvieran la OPE que había hecho, sacar la plaza (aunque lo veía difícil ya que no había podido estudiar nada e hizo el examen sin dormir, pues su hija pequeña se había pasado la noche vomitando) que le destinaran a un servicio de su agrado en su misma ciudad y, de una vez por todas, sentirse más desahogada. Necesitaba que eso sucediera.
Un día, por fin, llega el tan ansiado día. Consigue su plaza y además, ¡en su propia ciudad! Está contentísima. Llega el primer día a trabajar a un servicio que no conocía, pero con todas las ganas e ilusión por aprender: Consultas Externas.
Por fin podría quitarse las noches y dormir con sus hijos, ya que era un turno fijo de mañanas.
Llega a su servicio y la supervisora la mira extrañada, parece que no esperaba a nadie.
Laura: Hola, soy Laura Pérez, la nueva plaza, tomo posesión hoy.
Supervisora: No me consta ninguna Laura como nueva incorporación de enfermería.
Laura: Pues tiene que haber un error porque yo he sacado aquí la plaza.
Acuden ambas a dirección de enfermería y tras varias llamadas y gestiones, la directora de enfermería le reconoce:
“Laura, ha habido un error y tu plaza es en la planta de cirugía general.”
Laura, apesadumbrada y muy muy enfadada, llega a su nuevo servicio a las 12:30 AM. Le recuerda a cuando estaba en el refuerzo, de volante.
Llega a la planta y no hay nadie en el control, se oyen timbres sonando sin cesar, médicos buscando a enfermeras y celadores llevandose a pacientes en las camas.
Laura le pregunta a una estudiante: Perdona, sabes dónde hay alguna enfermera o dónde está la supervisora?
Alumna: Ni idea, lo siento, yo es que estoy con las glucemias que si no, no me da tiempo.
Encuentra a una enfermera:
Laura: Hola soy compañera nueva, que empiezo hoy aquí, sabes donde está la super?
Enfermera: Está en una reunión, no se si habrá terminado
Laura: Vale pues la espero fuera de su despacho…
Enfermera: (mientras se aleja): También podrías ayudar…
Laura, sintiéndose fatal, ya que no quiere empezar con mal pie el primer dia con su plaza en su nuevo servicio:
Laura: Si claro, dime en qué puedo ayudarte
Enfermera: da igual, déjalo
Laura: No, no, dime
Enfermera: Pues todavía me falta contabilizar los JPs,hacer las valoraciones neurológicas y curar una tráqueo…
Laura: uy no no que no tengo ni idea de eso, que en mi planta no hacíamos eso…
Enfermera: pues ayuda a las alumnas
Madre mía, hacía tiempo que Laura no se sentía tan mal.
Cabizbaja, va a ayudar a las alumnas, a lo que se encuentra a una de ellas haciéndole una glucemia a un paciente con la cara azul e intentando toser por la traqueo.
Laura: ¡Pero que se está ahogando!
Alumna: No, si eso lo hace muchas veces
Laura: ¿Dónde hay un saturímetro? (con urgencia)
Alumna: Espera que le pregunto a la auxiliar (con toda la calma)
Laura: Déjalo! Ya voy yo! ¿Tú sabes aspirar secreciones?
Laura no sabe dónde están los materiales pero encuentra un saturímetro en una torre de constantes que había en el pasillo.
Vuelve donde el paciente de la traqueo pero no le encuentra
“¡Joder! ¿Qué habitación era?” Se guía por el sonido de la vía aérea obstruida y lo encuentra.
SatO2 no le capta. Conecta el aspirador. No está muy acostumbrada a hacerlo pero no le queda otra, así que se dispone a ello…pero el aspirador no funciona.
Sale fuera de la habitación:
Laura: ¡Enfermeraaaaas!! ¡Venid a la habitación 26!!
Vuelve dentro, ya es una parada
Laura: Chicas, que es una parada y no encuentro el carro!! Dónde está la alumna?? Llama al médico!!!!
Empieza la RCP. Acto seguido llegan las compañeras, la apartan literalmente de un empujón y Laura se queda en un segundo plano, viendo de forma cada vez más nublada cómo reaniman al paciente
Está ensimismada mientras todo lo demás sucede, muy rápido, a su alrededor. Ella se queda pensando “¿Tendrán más experiencia en urgencias que los 6 años que yo estuve allí?”
La empuja una residente, Laura se aparta, le gustaría dejar de existir en ese momento.
Se siente una auténtica mierda por no haber sido capaz de resolver la situación, por no saber dónde están ni sus compañeras, ni el carro de paradas, ni otro aspirador de secreciones que funcionara.
Se llevan al paciente a la UCI y Laura se va al baño de la planta a llorar. NO PUEDE MÁS.
Casi muere una persona por “su culpa”.
Llega a casa, reventada física y emocionalmente. Le encantaría apretarse una botella de vino con 2 lorazepanes y meterse en la cama, pero la esperan sus hijos, a los que pone la mejor de sus sonrisas, sus únicas sonrisas del día. Lo que más le jode es que también son forzadas.
Sara: ¡Mami, mira qué dibujo!
Marcos: ¡Mamá mira lo que me ha hecho Sara! (le enseña una herida)
Sara: ¡Mama es que Marcos me estaba chinchando!
Marcos: ¡Mentira es porque me has robado los bolis para pintar!
Sara: Mami es que Marcos no me los dejaba…
Se empiezan a pegar, a gritar, la niña comienza a berrear
Laura: VALE YAAAAAAAAA! Me tenéis HARTA!! No puedo más. ¡Cada uno a su habitación ahora mismo!
Tristes y asustados por ver a su madre así, se van cada uno a su habitación.
Madre de Laura: Hija no te puedes poner así, que son niños y lo que quieren es tu atención.
Laura: ¡Tú también! déjame en paz!! que me tenéis todos hasta el coño!! No puedo más joder, no puedo! (comienza a llorar)
Madre de Laura: Ala, ¡ya está!. Tú con ponerte a llorar lo solucionas todo. Me voy que ya veo que no se me tiene en cuenta para nada más que para lo que intereso, para cuidar de los niños.
Y se va.
Laura se queda sola, sentada en la cocina, llorando. Puede que haya sido uno de los peores días de su vida.
Se mete en la ducha.
Comienza a reflexionar sobre lo ocurrido por la mañana:
“Joder, si es que realmente no es mi culpa…Vaya mierda de servicio sanitario, cómo se han podido equivocar en el servicio de destino?”
“Qué asco, encima ya he firmado el contrato…”
“¿Qué culpa tengo de que nadie me explique en condiciones el funcionamiento del servicio?”
Encima la enfermera, vaya hija de puta, se tenía que haber encargado ella de su paciente desde el principio.
“Me he comido un marronazo que no me correspondía.
“¿Qué habrá sido de ese paciente? ¿le habrán sacado de la parada?
“Encima al final la pago con quien más quiero: mis hijos y mi madre”
“No aguanto más”
“No puedo más”
“Me dan ganas de quitarme de en medio…Si no lo hago, es por mis hijos.”
Y el torrente de mierda y pensamientos destructivos no para, hasta que sale de la ducha y llaman a la puerta.Son sus dos hijos:
Sara: Mami, ¿nos perdonas?
Marcos: Eso, el poco rato que estás en casa queremos pasarlo contigo…
Laura se rompe en infinitos trozos
Laura: Claro que os perdono hijos míos.
Esa noche, Laura no pega ojo, pero no derrama ni una lágrima .
Laura se da cuenta de que sus hijos siempre guardan sus energías, vitalidad y ganas para cuando ella estuviera. Que a pesar de la difícil situación, ellos estaban ahí apoyándola, aunque ni siquiera fueran conscientes de ello.
Se despierta por la mañana y ve un mensaje de su madre: “Hoy les he hecho lentejas a los niños para comer, ¿te parece bien? “
Laura esa mañana se jura que no va a volver a pasar por una situación como la de la mañana anterior. Se promete que va a tomar las riendas de su vida y que su prioridad número uno son sus hijos, su familia y su vida.
Acude de nuevo a su servicio e intenta adaptarse. Pero esta vez, ya no intenta caer bien ni ser la mejor compañera del mundo. No intenta hacer amigos. No intenta saberlo todo de todo en relación a esa planta. Se implica lo mínimo imprescindible para que el trabajo y los pacientes salgan adelante bajo un estándar de calidad y seguridad suficiente, pero no se sobrecarga por los errores y la mala gestión del hospital.
Cuando cometieron un error con ella, nadie lo solucionó, así que no sería ella quien resolviera papeletas ajenas.
Así que deja de sobre-implicarse con los pacientes.
Deja de sentirse “superheroína” . Ahora se siente una guerrera.
En su poco tiempo libre, estudia Psicología: le encanta.
Los turnos de noche, no se acuesta en la salita: sigue estudiando.
A cada ratito libre que tiene en la planta, busca trabajos más cómodos y llevaderos en todas las plataformas posibles de búsqueda de empleo.
No malgasta sus energías en discutir con pacientes, ni compañeros ni familiares.
Desempeña su trabajo lo mejor posible, pero no asume responsabilidades que no le competen. Ya no se siente la salvadora del mundo, y eso le hace sentirse más tranquila, pues se ha quitado una gran carga de responsabilidad de sus espaldas.
Cambia todas las noches que puede, ya que es lo que no quería. Como gana menos dinero, decide vender en wallapop todas aquellas cosas que realmente no necesita. Se da cuenta de que son muchas.
Se calcula realmente cuánto cobra la hora y por primera vez es consciente de que por cada 15 euros, pasa una hora alejada de sus hijos.
Finalmente, tras muchas entrevistas y ofertas de mierda, consigue que le ofrezcan el trabajo que necesita y que tan bien se adapta a su vida personal: enfermera en una empresa por las mañanas. En el trabajo puede estudiar ya que sólo tiene que atender trabajadores accidentados, y por suerte son muy pocos.
Siente que por fin van encajando, poco a poco, las piezas del puzzle. Que está saliendo del hoyo.
Se da cuenta también de que ha llegado a un punto de no retorno, no hay vuelta atrás, ya ha cambiado su forma de pensar y se jura que no va a volver a un hospital en las condiciones en las que estaba en la vida.
Que antes se pone a trabajar en el Mercadona o donde sea, pero que esas situaciones no se repetirán jamás. Piensa en cómo ha podido estar tantos años viviendo así y aguantando todo tipo de situaciones desagradables a diario en el trabajo.
Pasan 3 años y Laura termina la carrera de Psicología con unas notas espectaculares. Se congratula a sí misma por haber tenido los ovarios de conseguir ese empleo como enfermera de empresa, pues le ha permitido estudiar otra carrera mientras trabajaba.
Después de ese tiempo, en el que ha disfrutado mucho más de su familia, ha mejorado su salud y alimentación al no hacer turnos de noche y tener un horario estable, ha acudido al psicólogo e incluso hasta ¡ha vuelto a hacer deporte!
Laura está irreconocible de lo bien que está, y por supuesto ha recuperado la confianza y autoestima que no tenía desde los 20 años. Está pletórica y radiante, a sus 40 palos está EN FLOW
Un día encuentra billetes de tren baratos a Barcelona y decide llevarse un finde a sus hijos, ya no se pone excusas para disfrutar de la vida.
Paseando por la una avenida de Barcelona pasa por delante de unas oficinas, parece una multinacional de estas que cotizan en bolsa. Está abierto: entra y pregunta
Laura: hola, esta empresa de qué es? Tiene un aire así como sanitario pero guay…
Recepcionista: Pues justamente nos dedicamos a la telemedicina…
Laura: Qué interesante…casualmente acabo de terminar la carrera de Psicología y también soy enfermera, ¿os puedo dejar el currículum?
Recepcionista: ¡Sí claro!
5 años más tarde, Laura se convierte en directora de recursos humanos de la sede española de una multinacional americana de telemedicina, empresa con más de 7.000 empleados por todo el mundo.
Laura lo da todo en su día a día, se esfuerza muchísimo. También cobra el doble que antes, tiene ordenador y móvil de empresa, y puede teletrabajar 100% desde casa. Pero para Laura, lo mejor de todo es que por fin, ha logrado colocar a su propia vida como prioridad, delante de su trabajo.
FIN
Nota de la autora: Elegirte como prioridad no es más que una decisión. Tú también puedes tomarla. ¿Es duro? Sí. ¿Merece la pena? Muchísimo.
Yo hace tiempo que tomé esa decisión y antepongo mi vida personal a mi vida laboral. Si quieres que te ayude con ésto, apúntate aquí a la newsletter si no estás dentro ya.