«Vivir de acuerdo con tus valores y creencias.»
Así define Virginia Henderson —sí, esa misma que todas las enfermeras estudiamos— una de las necesidades humanas fundamentales. Y sin embargo, qué poco hablamos en enfermería (y en la vida) de la espiritualidad real, esa que no tiene por qué venir envuelta en dogmas ni en religiones que ya no nos representan.

Ya que estamos en Semana Santa, te quiero compartir una reflexión íntima, personal, que surgió tras una de las mejores sesiones con mi psicóloga y que terminó con un cuaderno lleno de pensamientos sobre fe, propósito y conexión profunda. Porque en mi camino de autocuidado y reinvención, la espiritualidad ha empezado a aflorar con más fuerza que nunca.


¿Dónde quedaron nuestras necesidades espirituales?

Hasta hace unas décadas, todo era sencillo: nacías en una familia católica, musulmana o lo que tocara, y eso bastaba para «satisfacer» tu dimensión espiritual. Ibas a misa, hacías la comunión o lo que correspondiera, y listo.

Pero, ¿y ahora? ¿Qué pasa cuando esa religión tradicional no encaja con quien eres?
¿Qué pasa si eres una enfermera casada con otra mujer, como yo? ¿Si no te ves reflejada en los valores de ninguna religión? ¿Si te han enseñado que ser espiritual es ser “de derechas”, “fanática” o “ignorante”?

A mí me pasó. Me quedé huérfana de fe durante muchos años. Me refugié en el agnosticismo: ni creo ni dejo de creer. Hasta que empecé a sentir algo más.


Cuando despiertas… necesitas creer en algo

En 2010, mientras estudiaba Filosofía para Selectividad, escribí mi propia disertación sobre la existencia de Dios. Nada que ver con religión. Solo una intuición:
El cuerpo humano es demasiado perfecto para ser casualidad. Hay algo más.

Ahora, 15 años después, esa semilla vuelve a brotar. Solo que esta vez no nace desde la teoría, sino desde mi práctica personal: reflexiones, lectura, terapia, hábitos saludables, salir de la Matrix (o al menos intentarlo), dejar el piloto automático y empezar a escucharme de verdad.

Y cuando haces eso… tu necesidad espiritual empieza a gritarte por dentro. Ya no te basta con el “yo no creo en nada”. Ya no quieres vivir anestesiada con pantallas, distracciones o el discurso de “esto es lo que hay”.


No creo en religiones, pero sí en inteligencia superior

Llámalo Universo, energía, inteligencia infinita, conciencia colectiva… lo importante es que hay algo más grande que nosotros. Y lo notas cuando te quitas las capas de ruido, de prisa, de dopamina instantánea y de exigencias externas.

Eso no lo encuentras en una iglesia (aunque puede que alguien sí). Lo encuentras dentro de tí.
Y me hace feliz ver que cada vez más personas, sobre todo de mi generación, están conectando con esta búsqueda espiritual libre, consciente y auténtica.


Las religiones tradicionales ya no nos sirven… pero el alma sigue necesitando sentido

No me identifico con ninguna religión porque no representan a la persona que soy hoy, ni a mis valores, ni a mi forma de amar, ni de vivir. Pero eso no significa que no necesite conexión, propósito, sentido.

Lo espiritual no es algo anticuado ni exclusivo de monjas y curas. Es algo profundamente humano. Y cuando empiezas a salir del sistema —de las oposiciones, del hospital, de la vida en piloto automático— empiezas a hacer espacio para preguntarte: ¿qué sentido tiene todo esto?


¿Y si el problema no es la falta de fe, sino el exceso de distracciones?

Creo que muchas de nosotras no sentimos esa necesidad espiritual porque estamos demasiado dormidas. Literalmente drogadas por las pantallas, las redes, la comida ultraprocesada, el alcohol, el consumo. Adormecidas dentro del sistema que nos dice: trabaja, consume, cállate y repite.

Pero cuando empiezas a limpiarte por dentro y por fuera (yo lo estoy haciendo poco a poco, con mucho trabajo interior), esa parte que estaba tapada empieza a salir. Y ya no puedes mirar para otro lado.


Lo que me gustaría decir, aunque no lo diga

A los ateos les diría: es tan evidente que me cuesta entender cómo puedes negarlo.
A los agnósticos, mi antiguo grupo, les diría: no tengas miedo. Sapere aude. Atrévete a pensar.
Pero no se lo diré. Porque cada quien tiene su proceso. Su ritmo. Su camino.

Yo solo comparto el mío, por si tú también estás en ese punto en el que algo dentro de ti pide respuestas.

Elena.

¿Quieres saber más?

En mi canal de YouTube comparto mi proceso y todos los hábitos y la mentalidad que me han ayudado a superar lo que yo ya he superado. 

Sígueme en Instagram si quieres ver mi proceso diario: https://www.instagram.com/elenaperianes91/

Scroll al inicio