Por Elena Perianes | Reinvención Enfermera
Hoy quiero hablarte de algo que descubrí gracias a mi propia decepción con la enfermería y que ha transformado por completo mi vida. ¿Sabes cuál es el verdadero problema de muchas enfermeras? Que su autoestima está validada en el «hacer» y no en el «ser».
Ser, hacer, tener: el orden que lo cambia todo
La mayoría de nosotras hemos creído que para sentirnos bien con nosotras mismas teníamos que hacer mucho y tener más. Más turnos, más guardias, más cursos, más formación, más reconocimiento. Pero ese camino solo lleva a la frustración.
Te lo digo por experiencia propia: cuando tu autoestima depende de lo que haces o de lo que tienes, estás vendida. Porque siempre habrá alguien que haga más. Siempre te exigirás el doble. Y cuando dejes de poder hacer, te vendrá el derrumbe.
Enfermeras que se validan en el hacer
¿Te sientes buena enfermera solo cuando haces horas extra? ¿Cuando entras antes de tu turno o dices sí a todo lo que te piden? ¿Cuando haces un máster solo para sentir que vales más, aunque ni lo disfrutes ni lo vayas a usar?
Esa era yo. Me validaba en estar en urgencias, en hacer noches, en «salvar vidas». En que dijeran que era buena compañera porque me partía el alma.
Y por supuesto, lo hacía también a través del tener: formaciones, diplomas, certificados. Pero nada de eso sostenía mi autoestima cuando todo cayó. Cuando pasé de ser enfermera de urgencias a rastreadora telefónica durante el covid. Cuando lo que hacía ya no era espectacular.
Si no puedes hacer, ¿qué te queda?
Te queda el ser. Pero si nunca lo has trabajado, no hay nada. Y eso fue lo que me pasó a mí: mi identidad entera se vino abajo porque no sabía quién era sin el hacer.
Ahí empezó mi verdadero cambio. Empecé a leer, a formarme en desarrollo personal, a trabajar mi mentalidad, a aplicar el estoicismo. Dejé de ser la enfermera quemada, con burnout, que vivía de turno en turno y empecé a convertirme en una versión de mí misma que se ama, se respeta y se pone como prioridad.
No es fácil, pero es simple
Cambiar el ser no es fácil, pero es simple. Requiere disciplina, sí. Pero también requiere darte cuenta de que:
- Si no te respetas, nadie lo hará.
- Si haces cosas que te hieren para sentirte válida, tu autoestima no es real.
- Si esperas que te valoren por lo que haces, te quedarás vacía cuando dejes de hacerlo.
El cambio empieza por dentro
Cuando cambias quién eres, cambias lo que haces. Y entonces cambian tus resultados. Ya no haces turnos que no quieres. Ya no estás en un hospital que no está alineado contigo. Ya no te dejas pisotear.
Porque tu nuevo ser hace lo que haría una persona que se ama, se respeta y se valora. Y como consecuencia, tienes la vida de alguien que vive así.
Empieza por detectar cómo validas tu autoestima
Pregúntate: ¿Te validas en el hacer? ¿En el tener? ¿O te respetas por quien eres?
Si no sabes responder a esto, es el momento de empezar a trabajarlo. Cambiar tu SER. Y eso requiere reprogramarte: cambiar hábitos, cambiar rutinas, cambiar tu entorno, cambiar tu mentalidad.
No es fácil. Pero es liberador.